FOTOGRAFÍA: felipe samper
La agenda acordada en Belém (Brasil) hace explícita la voluntad política de mantener la conectividad en esta región, de acuerdo a como lo han propuesto organizaciones de la sociedad civil durante una década. Celebramos esta decisión y resaltamos algunas consideraciones para aterrizar este compromiso en acciones concretas.
En los primeros párrafos de la Declaración de Belém, la ambiciosa agenda que expone 112 puntos organizados en 17 temáticas (cambio climático, economía, seguridad y soberanía alimentaria, entre otros) para proteger la Amazonía, los ocho gobiernos de países amazónicos que integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), se comprometieron a “garantizar la conservación, protección y conectividad ecosistémica y sociocultural de la Amazonía”.
Desde la Alianza NorAmazónica (ANA), una red de organizaciones de la sociedad civil con presencia en 5 países, coordinada por Gaia Amazonas, exaltamos este compromiso y celebramos la voluntad política para abordar la integridad del bosque tropical más extenso y biodiverso del mundo. Estamos convencidos de que es desde esta perspectiva de la conectividad ecosistémica y sociocultural, que la Amazonia puede seguir cumpliendo con su rol en la regulación del planeta como sistema.
Esta apuesta política recoge y ofrece la oportunidad de replicar el trabajo que las organizaciones de ANA y los pueblos indígenas han adelantado durante una década en la región norte, el área mejor conservada de todo el bioma. Además, aquí el 70% de esta área se encuentra bajo alguna figura de protección (Territorios Indígenas y/o Áreas Naturales Protegidas).
Esta voluntad implica una oportunidad para establecer una hoja de ruta innovadora capaz de entender y tejer puentes entre los ecosistemas, los habitantes y sus múltiples culturas, y los diferentes actores y sectores que hoy tienen implicaciones en este gran sistema de selva. Una oportunidad para unirse y actuar desde la diversidad. Además, ofrece una oportunidad única para fortalecer y replicar aquellas estrategias adelantadas por los pueblos indígenas y comunidades locales para gestionar y conservar sus territorios.
FOTOGRAFÍA: Felipe Rodríguez
¿Qué significa mantener una Amazonía bien conectada?
Cuando hablamos de la Amazonía nos referimos a una región diversa biológica y culturalmente de la cual depende la vida en el planeta. Gracias a su capacidad de absorber carbono, este bioma es esencial en la estabilidad climática: sus más de 400.000 millones de árboles crean ríos voladores o inmensos flujos de agua que abastecen las ciudades andinas y grandes zonas agrícolas del continente americano.
Proteger la Amazonía significa proteger estas relaciones que sostienen el bienestar planetario. Una de las maneras de cumplir con este propósito es salvaguardando su conectividad en las tres dimensiones que ANA ha descrito de la siguiente manera:
- Ecosistémica: Mantener la estructura y funcionalidad de los ecosistemas amazónicos. Un claro ejemplo: bosques en pie y saludables, no degradados ni deforestados. También se refiere a consolidar la conectividad entre diversas figuras de conservación que conforman mosaicos o corredores (Áreas Naturales Protegidas, Territorios Indígenas, etc.).
- Social: Articular y propiciar la coordinación entre distintos grupos de actores, instituciones, gobiernos y sociedad civil que están presentes y/o inciden sobre la región.
- Cultural: Reconocer y valorar las diversas culturas, espiritualidades, y sistemas de conocimiento que estructuran las maneras de entender el mundo para integrar a los pueblos indígenas de la Amazonía en la toma de decisiones.
La conectividad ecosistémica, social y cultural no es una visión romántica e idealizada para salvaguardar el bosque; por el contrario, es un camino posible que debe nutrirse de los procesos territoriales que los pueblos indígenas han adelantado y fortalecido durante cientos de años.
Un enfoque regional para evitar una mayor devastación de la Amazonía
En efecto, algunos de los compromisos adquiridos en la Declaración son ejemplo claro de cómo puede verse una Amazonía bien conectada social y culturalmente. Entre ellas, vale la pena resaltar: el fortalecimiento de instancias regionales de coordinación en materia técnica, y las propuestas para favorecer un intercambio intercultural de conocimientos e información como la creación de un Panel Técnico Científico Intergubernamental de la Amazonía en el que los pueblos indígenas sean miembros permanentes.
La propuesta de establecer un Mecanismo Amazónico entre los Pueblos Indígenas para fortalecer y promover el diálogo y los gobiernos centrales puede ser efectiva en la medida en que se reconozca sus sistemas de pensamiento, sus sistemas propios de gestión territorial y de agencia política, para participar de las decisiones que conciernen a la región.
De igual forma, la perspectiva de la conectividad permite abordar las amenazas que enfrenta la Amazonía, muchas de ellas transfronterizas, con un enfoque regional. La minería ilegal, por ejemplo, que hoy tiene en riesgo un millón de kilómetros cuadrados en la región (un área que equivale casi al tamaño del territorio continental de Colombia), no es un caso aislado, ni una actividad que pueda abordarse desde un solo país, por lo que las sinergias entre diferentes actores es necesaria.
Proteger la Amazonía es una misión que nos da la posibilidad de pensar de forma sistémica, siguiendo y replicando el ejemplo de la naturaleza, en el que la vida surge y se multiplica bajo los principios de interconexión e interdependencia. Desconocerlo y no articular esfuerzos para garantizar su conectividad, solo hará que esta región alcance el punto ya descrito tantas veces por la ciencia, de no retorno, que implicaría un colapso progresivo para sus ecosistemas, afectando todas las formas de vida que interactúan allí, incluyendo la nuestra.