Fotografía: Juan Gabriel Soler
Fortalecer diferentes sistemas alimentarios puede ser la respuesta más efectiva en términos de sostenibilidad, resiliencia y gestión del medio ambiente. Un poderoso ejemplo proviene del mundo indígena y es la principal apuesta de la FAO.
En julio de 2020, una nueva edición del ‘Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo’ anunciaba, entre otras alarmantes conclusiones, que América Latina y el Caribe no logrará acabar con el hambre para 2030; es decir que no cumplirá el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 2 en el que se plantea un escenario de hambre cero.
“Al contrario de la meta, habría 20 millones de personas más con hambre, para ubicar el total en 67 millones. El hambre afecta actualmente al 7,4% de la población, para 2030, el porcentaje será 9,5%” asegura el reporte, que además plantea las dificultades que tienen cerca de 3.000 millones de personas en el mundo para acceder a dietas saludables.
En medio de este escenario, los diferentes sistemas alimentarios comunitarios y locales se han posicionado como una estrategia efectiva para contrarrestar la desnutrición, garantizar la seguridad alimentaria y seguir impulsando el cumplimiento de los ODS. El nuevo Centro Mundial sobre Sistemas Alimentarios Indígenas (Global-Hub) es, precisamente, una de las herramientas de Naciones Unidas para impulsarlos.
Y es que no puede desconocerse el rol vital que juegan para la protección de la diversidad biológica y cultural del planeta. En la actualidad, más de 476 millones de personas se reconocen como indígenas, hablan 4.000 lenguas y pertenecen a 5.000 pueblos diferentes. Como si fuera poco, está claro que protegen el 80% de la biodiversidad actual y que sus territorios son los que mejor conservan los bosques y diferentes ecosistemas.
¿De qué se trata este Centro Mundial?
Su objetivo es promover el intercambio de conocimientos e informar al debate global sobre sistemas alimentarios sostenibles. En él participarán pueblos indígenas, además de científicos, centros de investigación, organizaciones de la sociedad civil como la fundación Gaia Amazonas y expertos de la FAO.
Los insumos que se reúnan allí serán aportes a la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas de 2021 y una base para la creación de políticas públicas enfocadas en resolver problemas de seguridad alimentaria, cambio climático y biodiversidad. La única condición: todo diálogo y conocimiento que surja en este centro debe velar por los derechos de las comunidades, así como valorar y proteger sus sistemas alimentarios.
La importancia de los Sistemas Alimentarios Indígenas
Para estos pueblos originarios, las actividades asociadas a la alimentación van más allá de la transformación del alimento, incluyen un entramado de prácticas, saberes y relaciones con el entorno que garantizan un equilibrio entre la producción de alimentos, la cultura, la biodiversidad y la gestión de los recursos.
En la Amazonía, estos sistemas se caracterizan por ser heterogéneos y complejos, ya que comprenden diferentes medios y formas de obtención del alimento como la caza, la pesca, la recolección y la horticultura. Todas ellas comparten el rasgo común de que se llevan a cabo respetando y conservando la naturaleza, y se basan en un principio de abundancia.
En este caso, la abundancia tiene que ver con tener generosas cantidades de alimento, diversidad de semillas y un sólido manejo de los conocimientos relativos a su manejo, tanto los relativos al cultivo (rezos, técnicas, cuidados), como los que tienen que ver con las reglas de manejo ambiental que enfatiza en la reciprocidad y el equilibro en las relaciones con la naturaleza.
Las dietas de los pueblos amazónicos, dependiendo de la estacionalidad, se sustentan en 104 especies cultivadas, 46 especies de peces y al menos 9 de fauna proveniente de la caza, más una impresionante variedad de hongos, insectos y bayas. Estos Sistemas pueden ser una de las soluciones para enfrentar el cambio climático bajo el enfoque de un trato respetuoso y armonioso con la naturaleza.