FOTOGRAFÍA: Juan Gabriel Soler
Muchas cosas han cambiado en la Amazonía desde que los colonizadores empezaron a invadirla en el siglo XVI. Una de ellas es la concepción que se tenía del indígena como ser salvaje, primitivo e ignorante, hacia una visión respetuosa de su cultura e identidad. Los procesos de colonización, explotación, esclavitud e incluso evangelización, lograron acabar con casi el 70% de la población indígena que habitaba allí. No obstante, algunos sobrevivieron y conservaron rasgos de su cultura que hoy por hoy se esfuerzan por preservar. La Amazonía es, sin duda, el territorio con mayor diversidad cultural del país, pues allí habitan 53 pueblos indígenas de los 87 pueblos indígenas de Colombia. Sin embargo, el acercamiento que se ha tenido a la Amazonía ha sido con miras a explotar sus recursos naturales, por lo que en la actualidad nos encontramos con un alto nivel de presiones y amenazas que perjudican directamente a estos pueblos y a su territorio.
Los avances de las últimas décadas en materia ambiental se ven reflejados en dos figuras de protección que funcionan como barreras ante la devastación: las Áreas Naturales Protegidas y los Territorios Indígenas. Esta última ha resultado ser una de las más efectivas, no solo por la protección jurídica con la que cuenta, sino porque los Territorios Indígenas son manejados por el conocimiento tradicional de quienes los habitan. Y es que para los indígenas no existe una división entre los seres humanos y el medio ambiente, pues son un solo universo vivo con un flujo de energía permanente. Si este flujo se interrumpe o irrespeta, viene “la enfermedad”, mal-estar que erosiona tanto a los humanos como a la naturaleza. Mientras que, para los occidentales el medio ambiente o los animales están para su provecho. He ahí una de las diferencias de paradigma entre la cultura occidental y la cosmogonía indígena que ha demostrado con hechos y a lo largo de los siglos, la opción de garantizar el respeto a todas las expresiones de la vida. Este es, precisamente, uno de sus grandes aportes: los indígenas son los más indicados para preservar la selva por ser sus aliados naturales.
Fotografía: Juan Gabriel Soler
La cosmovisión de estos pueblos indígenas está orientada por principios que apuntan al balance o equilibrio dinámico, ecológico y de la vida cotidiana y se fundamenta entre los seres humanos y la naturaleza. Desde tiempos remotos estas culturas han funcionado a partir de un conocimiento detallado sobre el comportamiento de los animales y las plantas y de una relación realista con su entorno, lo cual les ha permitido el manejo de sus territorios manteniendo el bienestar social y ambiental. La convivencia en comunidad y con el medio ambiente se basa en los principios de intercambio y reciprocidad. El ordenamiento del territorio es para los indígenas una práctica cotidiana y periódica que se desarrolla durante los ciclos estacionales y anuales con base en un calendario ecológico-cultural. Mantener el orden es mantener la armonía o el equilibrio dinámico, lo cual se traduce en buena salud y educación, cosecha abundante, alegría y vida. “En el trabajo de la mano con ellos por más de cuarenta años, he acompañado estos procesos en la Amazonia desde sus inicios. La experiencia me demuestra y confirma a diario, que desconocer la importancia de los indígenas en la definición y la ejecución de propuestas de conservación, regionales, nacionales y planetarias sería un grave error”, Martin von Hildebrand, fundador de Gaia Amazonas.
Fotografía: Juan Gabriel Soler
Es por eso que en el #DíadelosPueblosIndígenas resaltamos el trabajo de los mejores aliados en la protección de la Amazonía y reafirmamos nuestro compromiso en la búsqueda de una Amazonia salvaguardada y resiliente con soluciones y estrategias innovadoras, nuevos paradigmas de conservación y bienestar socioambiental, resultado de un diálogo y actuar conjunto entre sistemas de conocimientos indígenas y no-indígenas.