Ecuador declara su primer corredor de conectividad: el Sangay Podocarpus

Ubicado en el sudeste del país, el nuevo corredor es hogar de una cuarta parte de los anfibios en Ecuador, alberga bosques todavía intactos de la Cordillera Real Oriental, así como humedales, quebradas, cascadas y grandes ríos que permiten el paso de animales como el oso de anteojos, el venado de cola blanca, el puma, el jaguar, el cóndor y el águila andina.

¿Qué es un corredor?

Aunque los corredores no son Áreas Protegidas en sentido estricto, son una estrategia complementaria para asegurar la conservación de la biodiversidad. Dentro de ellos hay zonas conservadas, al igual que territorios destinados para el desarrollo agrícola o pecuario. El Sangay Podocarpus estaba cubierto por ecosistemas frágiles y remanentes en buen estado, que debían ser protegidos para asegurar sus servicios ecosistémicos y el flujo de las especies.

Es por eso que nuestros aliados de Naturaleza y Cultura internacional (NCI) junto a la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y el Ministerio del Ambiente de Ecuador, trabajaron con los gobiernos locales, la academia y las comunidades en un proceso de más de 10 años para conformar las zonas de conservación que conforman el rompecabezas del corredor. 

Fotografía: NCI Ecuador

 

Gracias a este trabajo, desde 2009 se ha asegurado la protección de 10 áreas de conservación municipal y varios predios privados dedicados al cuidado de los bosques. A esta lista se sumaron también tres áreas que cuentan con la protección máxima del Estado por su importancia biológica, y que ahora forman parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas: el área de conservación municipal Siete Iglesias, el área de conservación comunitaria Tambillo y el Parque nacional Río Negro Sopladora, el cual fue declarado a principios del año pasado.

La necesidad de una normatividad

El proceso tenía un punto por solucionar: en Ecuador no existía la norma técnica para que los corredores fueran realidad, pues aunque el Código Orgánico del Ambiente los reconocía como estrategias complementarias de conservación, no decía cómo implementarlos. Finalmente, el 22 de mayo del 2020 se expidió el Acuerdo Ministerial con los lineamientos para el establecimiento, diseño y gestión de los corredores de conectividad, permitiendo que el Sangay Podocarpus se convierta en el primero de su tipo en el país bajo la normativa ambiental existente.

Un sinónimo de diversidad

A lo largo de este paisaje tan diverso se pueden encontrar 85 especies de plantas endémicas. Sus bosques son refugio de 580 especies de aves, algunas de las cuales utilizan el corredor como una zona de paso antes de viajar a otros continentes, o sencillamente para buscar alimento y descansar. Para las 162 especies de anfibios, los bosques del corredor son su refugio permanente, por lo que cualquier cambio, como la fragmentación de su hábitat, puede poner en jaque su supervivencia. Adicionalmente, 101 especies de mamíferos, que corresponden a un 23,36% de las identificadas en Ecuador, tienen presencia allí, y 27 de ellas se encuentran bajo alguna categoría de riesgo de extinción, como el oso andino, el jaguar, el tapir de montaña y también el amazónico.

Fotografía: NCI Ecuador

 

Según Fabián Rodas, coordinador de Naturaleza y Cultura Internacional, varias especies de mamíferos y aves necesitan de grandes extensiones de diferentes hábitats en buen estado para migrar y consumir alimentos, ya que no se encuentran en un mismo lugar durante todo el año, y para ello es necesario que los hábitats estén conectados: Hay muchos conflictos cuando deja de existir la conectividad, los animales tienen que utilizar los territorios humanos para poder movilizarse y consumen recursos de los poblados, como el maíz o el ganado. No tienen otra opción.

Rodas también explica que los corredores aseguran la variabilidad genética, protegiendo a las especies de su extinción: Cuando se rompe la conectividad, los animales empiezan a reproducirse entre individuos muy cercanos o parientes. Esto hace que aparezcan defectos genéticos, que sean más vulnerables a enfermedades y a otros eventos como incendios o cambios climáticos.

El caso de Ecuador es un ejemplo de cómo los corredores de conectividad mantienen la conexión de las Áreas Protegidas para garantizar mejor la supervivencia a largo plazo de las especies. Son puentes para que la vida silvestre se mueva y migre, aumentan la biodiversidad y la resiliencia en los ecosistemas degradados, salvaguardan el flujo genético entre las poblaciones y aseguran que las especies sean más capaces de adaptarse al cambio climático.

*Naturaleza y Cultura Internacional es una de las organizaciones socias de la Alianza Noramazónica en Ecuador. Su trabajo y los logros alcanzados en lo concerniente a la política de corredores del Ministerio de Ambiente y Agua de Ecuador es un referente para los gobiernos de la cuenca y un avance importante en la búsqueda por mantener la conectividad del bioma amazónico. 

*La Alianza Noramazónica está compuesta por ocho ONG de distintos países de la región, con más de treinta años de experiencia, capacidad de acción en el terreno y una visión para escalar estrategias exitosas cuyo impacto ha sido demostrado para la conservación del Amazonas y el fortalecimiento de la gobernanza de los pueblos indígenas y comunidades locales. 

Para conocer más, visita www.alianzanoramazonica.org 

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