En 5 años, la Amazonía podría perder un área de bosque equivalente a 145 veces Bogotá

“Deforestación en la Amazonía al 2025: pasado y futuro” es un nuevo análisis de la Red Amazónica de Información Socioambiental y Georreferenciada (RAISG) que evalúa tres posibles comportamientos de la deforestación entre 2021 y 2025 para esta región. El estudio toma como punto de partida las tasas de deforestación registradas entre 2001 y 2021, y analiza los tipos de amenazas que aumentan la presión sobre el bosque tropical más extenso y biodiverso del mundo, compartido entre nueve países.

Para entender lo que podría ocurrirle al bioma amazónico, RAISG analiza tres escenarios específicos en ese periodo de cinco años: optimista (con las tasas de deforestación más bajas), pesimista (tasas más altas) y moderado (con tasas promedio de pérdida de bosque).

Así se vislumbra la deforestación para el 2025


En el mejor de los escenarios (el optimista), la Amazonía perderá el equivalente a cerca de 57 veces el tamaño de Bogotá, unos 9,4 millones de hectáreas de bosque natural; para el escenario moderado, sería similar a 101 veces el área de la ciudad. Sin embargo, en el escenario más desalentador, la deforestación aumentaría de forma alarmante y equivaldría a casi 145 veces la capital.

 
Escenario Hectáreas (ha) deforestadas # veces Bogotá Aumento/disminución respecto a 2016-2020
Optimista 9,4 millones 57,4 veces -10%
Moderado 16,6 millones 101,4 veces +60%
Pesimista 23,7 millones 144,8 veces +130%



Para evitar este panorama tan alarmante, RAISG acoge la idea de Paulo Moutinho, ecologista y científico senior del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM), sobre “desarrollar una economía verdaderamente amazónica, una bioeconomía centrada en cero deforestación, cero ilegalidad y una distribución bastante equitativa de la renta y la tierra”.

Y señala que, además, esta propuesta debe acompañarse de otras medidas como continuar con el reconocimiento de las tierras y los Territorios Indígenas; crear mecanismos de compensación a los pueblos indígenas por sus grandes contribuciones en la protección de la naturaleza, y planificar el desarrollo de esta región de acuerdo con sus necesidades y particularidades, involucrando a sus comunidades y pueblos originarios en todos los niveles de toma de decisión.

La actividad agropecuaria es el principal motor de deforestación, pero no el único

Evitar el peor escenario pasa por cambiar el rumbo de las actividades que están generando mayor daño en la Amazonía. En este sentido, la agricultura requiere especial atención, pues ocupa el primer lugar entre las principales fuentes de deforestación. De acuerdo con el Atlas ‘Amazonía Bajo Presión’, una radiografía de RAISG sobre las principales amenazas al bosque tropical más grande del mundo, para el año 2000, el área destinada a la actividad agropecuaria de la Amazonía era de alrededor de 79 millones de hectáreas. Dos décadas después, según los más recientes análisis sobre deforestación, ya alcanzaba 122 millones de ha; un tamaño similar a Sudáfrica. La construcción de vías, asociada a una ocupación desordenada de los territorios y a una mayor demanda de mercancías, se ha convertido en otra de las graves presiones que tiene en riesgo a los bosques amazónicos. RAISG señala que, entre 2012 y 2020, la densidad de vías en la Amazonía creció un 50%.
Otro motor de deforestación importante son los cultivos ilícitos, pues no solo generan pérdida de bosque en el lugar elegido para la siembra, sino en grandes extensiones aledañas donde se abren caminos para su comercialización.

Principales fuentes de deforestación por país

País Motores de deforestación
Brasil
  • Expansión de la minería
  • Incendios forestales
  • Políticas públicas y presupuestos reducidos para el control y monitoreo
Bolivia
  • Ampliación de la frontera agropecuaria
  • Incendios forestales
  • Políticas públicas y presupuestos reducidos para el control y monitoreo
Perú
  • Minería para extraer oro
  • Agricultura a gran y pequeña escala
  • Infraestructura vial no planificada
Colombia
  • Expansión de la frontera agropecuaria
  • Acaparamiento ilegal de tierras
  • Apertura de vías y trochas que dan acceso al bosque natural


Nos encontramos en una década determinante para la Amazonía

La Amazonía, como gran extensión boscosa, influye en la temperatura global y mantiene el planeta uno o dos grados más frío debido a su función natural de evapotranspiración; cada árbol absorbe agua a través de sus raíces y hojas y lo libera a la atmósfera en forma de vapor, este proceso se ve multiplicado por los millones de árboles que hay en esta región y forman los grandes ríos voladores que viajan hacia los Andes y causan lluvias a 3.000 kilómetros de distancia.
Otra de sus funciones primordiales para la regulación del clima es la captura de carbono. Según cifras de WWF, los bosques amazónicos retienen entre 90.000 a 140.000 millones de toneladas métricas de carbono.
Sin embargo, como lo advierte RAISG en su informe, si las “políticas públicas que priman el aprovechamiento de los recursos que guardan estos espacios (ecosistemas amazónicos) continúan, la historia será diferente a mediano y corto plazo, y se estaría avanzando hacia el punto de inflexión y no retorno de la Amazonía”. Un punto que podría generar un colapso para sus ecosistemas y todas las formas de vida que habitan e interactúan allí, y de las que dependemos.

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