Sistemas alimentarios sostenibles: la lección que nos deja la Amazonía

Con las dietas y prácticas de producción actuales, alimentar a 7.700 millones de personas está degradando los ecosistemas terrestres y acuáticos, agotando los recursos hídricos y acelerando el cambio climático a ritmos alarmantes, todo esto se evidencia en la intensidad, frecuencia y duración de los fenómenos extremos.[2]  Según un estudio publicado la semana pasada por WWF, los sistemas alimentarios insostenibles[3] son la causa de la deforestación (75%) y la pérdida de biodiversidad en tierra firme (70%) y en ecosistemas de agua dulce (50%).

Alimentación y ocupación del espacio: una relación para sanar
Los seres humanos hemos utilizado entre un cuarto y un tercio de toda la tierra para producir alimentos, fibra, madera y energía. Nunca antes habíamos consumido tanto en tan poco tiempo, ni habíamos intensificado el uso del suelo y los recursos de manera tan drástica. Pero nuestro sistema alimentario no solo ha alterado la aguja del termostato planetario, sino que, como en un círculo vicioso, también se ha visto seriamente afectado por el cambio climático.

Con los aumentos de temperatura y la intensidad de los periodos secos y húmedos, los agricultores han dedicado una mayor cantidad de recursos al cultivo de alimentos: más energía, más fertilizantes, más agua, y, sobre todo, más tierra. La frontera agropecuaria no solo llegó hasta los bosques tropicales, sino que ya está avanzando dentro de ellos[4]: según estudio de la RAISG, entre 1985 y 2018 se registró una pérdida de 72,4 millones de hectáreas de cobertura vegetal natural en el bioma amazónico y se reportó un crecimiento del 172% en áreas dedicadas a la agricultura y la ganadería en 33 años.

Este panorama nos hace un llamado urgente reconsiderar la manera como nos relacionamos con la tierra y sus recursos. La tierra nos pide transformar nuestros sistemas alimentarios para revertir la curva de los impactos negativos sobre la naturaleza. Ahora, más que nunca, debemos volcar nuestras miradas hacia aquellos sistemas de conocimiento y prácticas que han demostrado su efectividad para salvaguardar la biodiversidad, garantizar la abundancia de alimento y asegurar el bienestar del territorio y su gente.  ¿De quiénes se trata?, de los pueblos indígenas.

Datos de la ONU indican que los pueblos indígenas son custodios de 80% de la biodiversidad del planeta, aun cuando sus territorios cubren solo el 22% de la superficie terrestre bajo la figura de Territorios Indígenas. Y es que mientras el resto del mundo ve crecer los índices de deforestación y pérdida especies, la velocidad con la que esta disminuye en Territorios Indígenas es mucho menor. [5]

SAIA, un ejemplo de abundancia y manejo ambiental

Los Sistemas Alimentarios Indígenas Amazónicos (SAIA) abarcan los conocimientos, estrategias y técnicas para la producción del alimento. Su característica fundamental es que se sustentan en la reciprocidad y el equilibrio en las relaciones con todos los seres de la naturaleza, que hacen parte de un todo indivisible. Lo que para la Amazonía indígena nororiental se conoce con el concepto Manejo del Mundo, podría traducirse como manejo ambiental.

Fotografía: Juan Gabriel Soler

 

Para los pueblos indígenas amazónicos, la soberanía alimentaria no está limitada a decidir qué cultivar y cómo consumirlo. Para ellos, también implica la preservación, fortalecimiento y trasmisión del conocimiento chamánico acerca del manejo del alimento cultivado, el equilibrio en las relaciones con los demás seres del territorio, la práctica adecuada en el manejo de los cultivos y la transformación de los alimentos, la conservación y trasmisión de semillas propias de cada grupo, y la generación de comida abundante y buena para alimentar a las comunidades.

Los Sistemas Alimentarios Indígenas Amazónicos son un sistema de uso de la biodiversidad altamente especializado del cual tenemos mucho que aprender. Dentro de los puntos más importantes se encuentran la clasificación de semillas, el manejo de suelos y de recursos hídricos, la diversidad y distribución de los cultivos, los ciclos de producción, y el manejo botánico de enfermedades y plagas. Este sistema productivo integral, que incluye el cultivo de chagra, la recolección, pesca, caza y transformación del alimento, conserva los ecosistemas y garantiza la abundancia, es sostenible y acorde a las dinámicas de ocupación locales, y ha probado ser una estrategia de adaptación al cambio climático.

Como lo explica Francisco von Hildebrand, director de Gaia Amazonas, “los sistemas alimentarios indígenas son la clave para la resiliencia ecosistémica de la Amazonía y del planeta. Necesitamos colaborar con los pueblos indígenas y proteger sus conocimientos y prácticas para construir conjuntamente estrategias de resiliencia ambiental, de conservación y de alimentación. Además, para poder lograr procesos efectivos de toma de decisiones necesitamos contar de manera urgente con estrategias de monitoreo”. 

Fotografía: Juan Gabriel Soler

 

Esta semana, y con motivo del #DíaMundialdelaAlimentación, hacemos un recorrido por los alimentos y procesos asociados a su obtención y transformación, que por miles de años han permanecido y que han asegurado la conservación del bosque, los ríos y todos los seres que habitan allí.

[1] J.Poore & T. Nemecek (2018) Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers.

[2] IPCC, 2019: Summary for Policymakers. In: Climate Change and Land: an IPCC special report on climate change, desertification, land degradation, sustainable land management, food security, and greenhouse gas fluxes in terrestrial ecosystems

[3] WWF (2020). Bending the Curve: The Restorative Power of Planet-Based Diets. 

[4] IBID

[5] IPBES (2019) Summary for policymakers of the global assessment report on biodiversity and ecosystem services of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services.

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