Solo en el 2020, Colombia perdió bosque en un área casi equivalente a Bogotá, según el Ideam

Y lo es aún más, cuando instancias internacionales reportan cifras más elevadas: de acuerdo con Global Forest Watch del World Resource Institute, hubo 324.170 hectáreas de superficie deforestada en Colombia, que continúan focalizándose mayoritariamente en la Amazonía y en varias áreas protegidas como los Parques Nacionales Naturales de Serranía de Chiribiquete, Tinigua y Sierra de la Macarena. Por la diferencia en las cifras, es conveniente que los datos del IDEAM sean contrastados con información generada por otros sectores de la sociedad civil. 

Volviendo a las cifras que tenemos consolidadas del IDEAM, se confirma que en el 2020, la Amazonía fue la región más afectada, concentrando el 63,7% de la deforestación. En 2019, 98.256 hectáreas de bosque se perdieron y en 2020, 109.302 hectáreas. Gaia Amazonas recuerda que la deforestación de la Amazonía es una grave problemática que atenta contra el bienestar de los Colombianos y el de toda la humanidad.

El ministro de Ambiente, Carlos Correa, estableció que desde su cartera están sumando esfuerzos con otras instituciones (como la Fiscalía y la Procuraduría) para frenar el problema y lograr la meta de cero deforestación en 2030. E hizo énfasis en el plan Artemisa para la Amazonía: un Consejo Nacional de la Lucha Contra la Deforestación, en alianza con las fuerzas armadas, otros ministerios y entes de control. Así mismo, aseguró que las causas principales son la praderización para acaparamiento de tierras, las prácticas nocivas de la ganadería extensiva, la minería ilegal, la infraestructura de transporte no planificado, la tala ilegal y la ampliación de la frontera agrícola no permitida. 

Recordemos que en el año 2018 Colombia asumió un compromiso jurídico cuando una sentencia de la Corte Suprema de Justicia declaró a la Amazonía como sujeto de derechos: lo que significó llevar el paradigma de los derechos humanos hacia otras entidades que están por fuera de la clásica visión liberal, para reconocer a animales, ríos, bosques, y ecosistemas enteros como destinatarios de lo que hasta ahora habíamos entendido como derechos. Un enfoque novedoso. 

La sentencia, por otra parte, fue una respuesta a una acción de tutela presentada por niños y jóvenes que, inspirados en la protección del medio ambiente, le exigían al gobierno el freno de la deforestación en la región, la principal causa del cambio climático en Colombia. Desafortunadamente, los datos que tenemos hoy sobre deforestación en la Amazonía contradicen el sentido de celeridad y de urgencia del fallo de la Corte Suprema que ordena la implementación de un plan que reduzca a cero la deforestación de la Amazonía y que le haga frente a los efectos del cambio climático. El aumento de este fenómeno evidencia que la obligación del Estado de proteger integralmente esta región está lejos de alcanzarse. 

Gaia Amazonas, como parte del panel de seguimiento a la sentencia, reafirma su compromiso con la salvaguarda de los territorios y bosques de la Amazonía. Igualmente, llama la atención sobre el papel fundamental que tienen los pueblos indígenas y sus sistemas de conocimiento para la protección integral de la Amazonía. Continuaremos decididamente trabajando de la mano de las comunidades indígenas en este propósito y generando insumos técnicos que fortalezcan el recientemente creado mecanismo de seguimiento al fallo.  

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